Artista visual
Sinopsis
Una niña debe viajar junto a su madre y a su padre por el mundo debido a la profesión de éste (fotógrafo especializado en la vida salvaje). En su infancia vive experiencias maravillosas en Zimbabwe, pero pronto debe abandonar todo lo que ama siguiendo con las exigencias migratorias de la profesión de su progenitor. Anita crece sufriendo el desarraigo, la soledad de cada nueva ciudad, el abandono de las amistades. Trata de hacer lo que sus padres, la sociedad y su educación exigen de ella, abandonando sus sueños, y perdiendo poco a poco su identidad, convirtiéndose en un ser triste. Hasta que un día descubre que:
… “la vida es una odisea, un largo y maravilloso viaje donde los caminos se separan y se juntan, se complican y se abren a nuevos caminos inesperados, pero tarde o temprano volvemos al camino correcto: al camino del corazón”
LAS CIUDADES INVISIBLES – JUAN CALVINO (fragmento)
CIUDADES Y EL DESEO 3
De dos maneras se llega a Despina: en barco o en camello. La ciudad se
presenta diferente al que viene de tierra y al que viene del mar.
El camellero que ve despuntar en el horizonte del altiplano los pináculos de los rascacielos, las antenas radar, agitarse las mangas de ventilación blancas y rojas, echar humo las chimeneas, piensa en un barco, sabe que es una ciudad pero la piensa como una nave que lo sacará del desierto, un velero a punto de partir, con el viento que ya hincha las velas todavía sin desatar, o un vapor con su caldera vibrando en la carena de hierro, y piensa en todos los puertos, en las mercancías de ultramar que las grúas descargan en los muelles, en las hosterías donde tripulaciones de distinta bandera se rompen la cabeza a botellazos, en las ventanas iluminadas de la planta baja, cada una con una mujer que se peina. En la neblina de la costa el marinero distingue la forma de una giba de camello, de una silla de montar bordada de flecos brillantes entre dos gibas manchadas que avanzan contoneándose, sabe que es una ciudad pero la piensa como un camello de cuyas albardas cuelgan odres y alforjas de frutas confitadas, vino de dátiles, hojas de tabaco, y ya se ve a la cabeza de una larga caravana que lo lleva del desierto del mar hacia el oasis de agua dulce a la sombra dentada de las palmeras,
hacia palacios de espesos muros encalados, de patios embaldosados sobre los cuales bailan descalzas las danzarinas, y mueven los brazos un poco dentro del velo, un poco fuera.
Cada ciudad recibe su forma del desierto al que se opone; y así ven el camellero y el marinero a Despina, ciudad de confín entre dos desiertos.
PULGARCITA – HANS CHRISTIAN ANDERSEN (fragmento)
» (…)Al llegar al estanque, el hijo del sapo que era muy feo, se enamoró de ella y decidió casarse cuanto antes. Pusieron a Pulgarcita encima de una hoja de nenúfar que flotaba sobre el agua y se llevaron la nuez para preparar la habitación nupcial.
La niña sin posibilidades de escapar, lloraba desconsoladamente rodeada de peces que intentaban consolarla. Estos decidieron que debían ayudarla y se hundieron hasta llegar a las raíces de la planta, con sus diminutos dientecitos las cortaron hasta que la hoja quedó desprendida y se alejó con la corriente.
Navegó por lugares muy lindos y conoció muchos pájaros que en cuanto la veían tan preciosa le regalaban bellísimas canciones.(…) «
¡Vuela, barrilete!- grita Delfina
¡Vuela conmigo y lleváme lejos!
¡Vuela! que haremos del mundo un sueño
¡Vuela! Y que siempre tengamos un verso.
¡Vuela, barrilete! Que mamá nos llama
La sopa espera en la mesa sentada
El pan aguarda con cara de nada
Y el agua se ríe de esperar cansada.
¡Vuela, barrilete! LLeváme volando
Adonde el arcoiris se convierta en espejo
Adonde las nubes bajen al suelo
Y se conviertan en ríos alegres de enero.
¡Vuela, barrilete!- grita Delfina
¡Vuela conmigo y lleváme lejos!
¡Vuela! que haremos del mundo un sueño
¡Vuela! Y que siempre tengamos un verso.
Grita Delfina, ríe y llora
Piensa que es tarde y han pasado las horas
Las nubes se cierran y la lluvia cae
Los colores vibran de azules y mares.
Suplica la niña, y le pide al tiempo
Que su carrera veloz detenga al instante
Que el reloj abandone su trabajo eterno
Que los deberes la olviden mientras ella falte.
¡Vuela, barrilete! que el tiempo comprenda
Que mamá no se enoje poniéndose seria
Que, muy divertido, papá me defienda
Que los deberes desaparezcan
Que la sopa espere y no se ponga fría
¡Que es tan corta la vida!!
Josephine Maldonado
– BEATRIZ CHIABRERA DE MARCHISONE
http://beatrizchiabrerademarchisone.blogspot.com.ar
«Por las rendijas del tiempo, ayer anduve mi infancia.
Sin péndulos ni relojes, me sumergí en la nostalgia,
los aromas y las voces y las canciones guardadas
fueron colmando el silencio, fueron trayendo la magia.
Y me fugué en bicicleta por los veranos de nácar,
escapando por las siestas de travesuras lejanas,
y me empapé con los juegos de canicas y payanas,
de rondas multicolores que siguen rondando el alma,
y de cometas volando como si tuvieran alas.
Me escabullí, clandestina, por las tardes perfumadas
de lilas jacarandaes y de columpios de lana,
y recorrí los senderos espiando en las ventanas,
como buscando los ecos de risas y de campanas.
Y me encontré, sin aviso, con un ratón con su carga
que acomodaba los dientes, y las monedas de plata,
y un Santa Claus indiscreto, con su bolsa colorada,
que rondaba por los sueños y cornisas de la casa.
Y me sorprendió la noche en el medio de mi infancia,
donde mi niñez, dormida, sin prisa, se columpiaba,
con su reflejo, la luna, iluminaba mi hamaca,
y las estrellas colmaron los rincones de la plaza.
Retomé mi bicicleta, recogí la luna blanca,
y la guardé en el bolsillo,
con travesuras de siestas y con columpios de lana.
Y desperté con la luna en un rincón de mi almohada,
y mis bolsillos cargados de canicas y payanas.»
– BEATRIZ CHIABRERA DE MARCHISONE
http://beatrizchiabrerademarchisone.blogspot.com.ar
“Sólo cuando el último árbol esté muerto, el último río envenenado, y el último pez atrapado, nos daremos cuenta de que el dinero no se puede comer”.
Sabiduría indoamericana
Lo había leído en el periódico digital de su computadora portátil en cuyo extremo derecho inferior aparecía el año en curso: 2080. Ya no existían los periódicos de papel, hacía varios años que habían desaparecido, cuando se habían extinguido los últimos bosques y selvas del planeta. La noticia asomaba en primera plana en grandes letras rojas que cubrían gran parte de la pantalla: “Se encontró un árbol”.
Parece que un viajero que pasaba sobrevolando el gran desierto de Brasil lo vio, por allí, en la zona donde antes se la llamaba “El pulmón del mundo” y donde, según imágenes guardadas en archivos, podían encontrarse grandes extensiones de selvas tropicales con fauna y flora exuberante. Allí estaba, aislado, solo y a la intemperie, extendiendo sus ramas hacia el cielo como implorando por su salvación, como esperando que algo lo protegiera de ese calor infernal que lo rodeaba y que lo estaba quemando poco a poco, consumiendo sus entrañas, extinguiéndolo como único representante de su especie.
Inmediatamente el desorientado viajero informó a los medios de comunicación y al gobierno de ese país para que tomaran cartas en el asunto. Debían salvar al último árbol del planeta. La cuestión era ver de qué forma lo harían en medio de semejante desolación.
Las consecuencias de la bomba de plutonio lanzada en 2031 como resultado de los enfrentamientos entre los dos bloques más importantes del mundo, sumado a los altos grados de contaminación y la tala de bosques habían arrasado con la mayor parte de la
flora y la fauna, y lo que sobrevivió quedó debilitado o enfermo, con pocas esperanzas de reproducirse. El mundo ya no era el mismo. Y ese árbol era una reliquia, casi una huella de una civilización perdida, cuando la evolución natural había sido cortada de raíz por el hombre, tirando por el piso la continuidad de la Teoría de Darwin.
La noticia corrió como reguero de pólvora en los distintos rincones del planeta. De voz en voz se fueron propagando los datos del descubrimiento, y con gran expectativa se aguardaba una solución. Los presidentes de los países más importantes, inquietados por el nuevo hallazgo, se reunieron en una Cumbre Mundial en una sede cerca de donde se encontraba el árbol y comenzaron a debatir sobre el futuro del único sobreviviente vegetal. Antes, distintos organismos habían estado rastreando cada rincón de la tierra tratando de encontrar especies sin resultados y no entendían cómo no lo habían visto. Inmediatamente se tomaron previsiones para que nadie pudiera acercarse. Se comenzaron a controlar minuciosamente los espacios aéreos y terrestres, se tomaron fotografías e imágenes de todo tipo y con instrumentos avanzados para estudiarlo a fondo y evaluar el futuro del mismo. De pronto, la zona había sido invadida por estudiosos y curiosos.
El país más poderoso opinó que ellos eran los únicos que estaban en condiciones de mantenerlo vivo, ya que contaban con la tecnología adecuada; quizás pudieran trasladarlo para protegerlo mejor, e intentarían reproducirlo o clonarlo. El segundo de la lista en poder propuso rodearlo de una cúpula de acrílico para que el agobiante calor del desierto no lo afectara, formando así un microclima que lo favoreciera. Un país de Euráfrica votó por construir una muralla para que nadie pudiera acercarse, a lo que otro se opuso ya que deberían encontrar una forma de regarlo de manera apropiada puesto que en el desierto de Brasil hacía años que no llovía y quizás nunca volviera a llover. Y
así, los representantes de cada país, opinaban sobre la manera más adecuada de preservarlo y como no habían llegado a ningún acuerdo, la reunión se postergó.
El árbol se encontraba milagrosamente en buenas condiciones y los biólogos y expertos pensaban que era porque pasaba algún río subterráneo del cual las raíces podían nutrirse, o la naturaleza estaba tratando de defenderse de alguna manera misteriosa y sabia. Sin embargo, era seguro que no podría vivir por mucho tiempo más en esas circunstancias. Había que tomar una decisión urgente.
Un magnate muy acaudalado de Oriente, al enterarse de la situación, propuso construir un hotel cinco estrellas, protegiéndolo, y de esa forma atraerían al turismo.
Así pasaron reuniones y simposios, asambleas, juntas y congresos mundiales llevados a cabo en distintos países, todos con el mismo objetivo: salvar al último árbol. Y una vez más, la ambición del hombre, su interés por ser el primero y por obtener alguna ganancia hicieron que la solución llegara tarde. El sol y la falta de agua ya habían hecho su trabajo, sin pedir permiso.
No
No me busques
No me llames
No me encuentres
No me digas
No me claves tus sonrisas
No arrodilles tu mirada ante mi frente
No recuestes tus cabellos en mi falda
No me digas que mis manos te hacen falta
No laceres con caricias imposibles
No desvíes tus caminos a mi encuentro
No susurres fantasías en mi cuello
No suspires por las noches añoranzas
No llores por las horas que ya fueron
No me mates
No me hables
No me beses
No toques lo intocable
No sumerjas pensamientos en mi carne
No busques
porque el que busca siempre encuentra
no plantes esa duda en mi planeta
Que la idea se desliza inocente
y germina como fruto dulce y puro
y termina destronando a todo un reino
No me hables
No me mires
Ni sonrías satisfecho…
Porque sabes que el monstruo está despierto
Porque sabes que el daño…
Ya está hecho
Josephine Maldonado
– RUGGERO LEONCAVALLO
Pagliacci es un drama en dos actos con un prólogo. La música y el libreto en italiano pertenecen al compositor Ruggero Leoncavallo y relata la tragedia de un esposo celoso y su esposa en una compañía teatral de la comedia del arte.
Catalina era una niña muy antigua.
Le gustaban las rosas rococó rosadas,
tomar té de la India en tazas de porcelana
y el canto del ruiseñor por las mañanas.
Sus amigas no eran para nada antiguas,
eran, las tres, muy modernas y muy divertidas,
les gustaba mucho el color blanco tiza,
la comida china
y las zapatillas deportivas.
Angie siempre le decía a Catalina: ¡sos muy antigua!
¡Te hace falta un poco de rock!
Mientras lucía sus anteojos nuevos de sol
Muy PUNK, muy WOW, muy GLAM, muy SHOCK.
Brenda siempre le decía a Catalina: ¡sos muy antigua!
¡Te hace falta un poco de pop!
Mientras se probaba una bikini de brillante color
Muy CRASH, muy TOP, muy TRASH, muy LOVE.
Barbie siempre le decía a Catalina: ¡sos muy antigua!
¡Te hace falta un poco de folk!
Mientras se subía a su caballo de competición
Muy GLOW, muy TOP, muy FLASH, muy GO.
Francisco era un niño muy antiguo.
Le gustaban los libros de viajes y aventureros,
los soldaditos de plomo brillantes, rojos y negros
y los telescopios para ver el cielo.
Sus tres amigos no eran para nada antiguos,
eran muy modernos y divertidos.
Les gustaba mucho la tecnología,
la comida china
y jugar al tenis al lado de la piscina.
Siempre le decían a Francisco: ¡sós muy antiguo!
¡Te hace falta un poco de rock, de pop, de folk!
Y soñaban con tener una moto
Muy CRASH, muy WOW, muy GLAM, muy TOP.
Los años pasaron y todos crecieron,
Francisco y Catalina siguieron antiguos
y sus amigos siguieron modernos.
Hasta que un día sus caminos coincidieron
en una juguetería de la cual Francisco era el dueño.
-¡Hola!- Le dijo Francisco, ofreciéndole un títere de madera y hueso,
su voz temblaba por la emoción de tan mágico encuentro
-Éstos los fabrico yo, son un poco antiguos… pero de gran corazón,
resistentes y buenos…-
Catalina le dirigió una mirada,
Le sonrió tímidamente…mortalmente enamorada;
y su sonrisa fue como el aroma del pachoulí en sábanas de lino almidonadas,
como el olor de la leña recién cortada,
como la seda bordada en hilos de plata
y el sonido de un abanico en las tardes de lluvia junto a la ventana.
Se casaron en una boda antigua, muy antigua
en un castillo grande, con candelabros y cubiertos de plata,
cisnes en fuentes de danzantes aguas;
y vestido de novia bordado en perlas y nácar.
Se dedicaron a viajar en un barco a vela
¡bien antiguo! ¿no?
Y aseguraban haber conocido piratas, ballenas y alguna sirena,
tomaban el té o algún rico café
en tazas de porcelana
mirando el vuelo de las gaviotas por las mañanas
y hablaban de las estrellas y las mareas altas.
Sus amigos nunca dejaron de ser modernos,
con el tiempo se volvieron elegantes y bohemios
y también fueron felices
aunque no comieron perdices,
preferían el sushi, las piscinas climatizadas
y hacer footing por las avenidas largas.
Josephine Maldonado